El populismo es un término político usado para designar corrientes heterogéneas pero caracterizadas por su aversión discursiva o real a las élites económicas e intelectuales, su rechazo de los partidos tradicionales (institucionales e ideológicas), su denuncia de la corrupción política por parte de las clases privilegiadas y su constante apelación al "pueblo" como fuente del poder.
La aparición del populismo como fenómeno social se liga a procesos de rápida modernización o cambio como una postura crítica ante los distintos grados de desarrollo que estos procesos pueden generar en las diversas clases o regiones de un país y en consecuencia una desigualdad en varios ámbitos de la sociedad. El término populismo se ha usado en política con dos acepciones diferentes; una de ellas tiene un significado positivo, pero principalmente se usa aquella con una connotación peyorativa.
En algunos casos se identifica erróneamente el populismo con la demagogia: mientras ésta última está referida al discurso del político buscando influir en las emociones de los votantes, el populismo está referido a la medidas que toma un político, buscando la aceptación de los votantes.
El populismo se refiere a algún movimiento social, el cual pretende que el poder recaiga más en el pueblo llano, es decir, promueve una especie de proto-democratización y anti-elitismo buscando favorecer a los granjeros, los obreros, pequeños emprendedores, bajo clero, sindicatos, capitalistas populares (sin contactos con las oligarquías), las clases media y baja; y menos poder para las élites políticas y económicas corporativistas y caudillistas. El populismo se basa en el apoyo voluntario, las ideas políticas de la cultura autóctona sin necesariamente caer en el nacionalismo, se opone a los imperialismos. Pueden por consecuencia rechazar el desplazamiento social masivo que pueden producir los grandes movimientos de capital o tecnología, así como el rechazo a medidas en torno a reforzar la institucionalidad (excesiva) del Estado unitario o las burocracias profesionales.
En la Argentina, en particular, las dictaduras que derrocaron sistemáticamente a los gobiernos democráticos surgidos desde la aprobación del voto universal y secreto en 1912, lo hicieron con el argumento de que se trataba de gobiernos populistas. En la segunda posguerra, un corrimiento hacía la democracia da lugar en Argentina a una respuesta de los que han dominado la escena hasta recién en un marco autoritario: nacen así el ejemplo más puro de populismo: Juan Domingo Perón entre 1946 y 1955.
Luego de la era de las dictaduras en los años 1970 y 1980, y de la recuperación de la democracia, virtualmente todos los gobiernos o medidas de gobierno que han contado con apoyo popular en elecciones libres, han sido definidos por los opositores a los mismos, como populistas, al punto que "populismo" y "democracia" han llegado casi a identificarse.
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