Narración

Cuando tratamos de buscar o identificar la identidad argentina, a veces no podemos evitar reconocer o numerar diversas acciones o elementos que son partícipes de nuestra vida cotidiana, en nuestro caso, nos viene a la memoria el famoso mate, el dulce de leche, los asados. Podemos imaginar también las características geográficas del país que lo hace significativo y reconocible para otros, etc.
Por otra parte, al realizar una especie de segundo análisis, esta vez más profundo, obviando quizá “objetos” y dirigiéndonos a “personajes”, pensamos en nuestros próceres, que son tan diversos en nuestra historia como ideologías y logros que han tenido. Al pensar en ellos ya sean San Martín, Güemes, Belgrano, Roca, Mitre, Rivadavia, etc., tenemos en cuenta las batallas, conflictos y todos los sucesos significativos que los han tenido como protagonistas y sus consecuencias que fueron construyendo el destino de nuestro país. Este gran “collage” representa a esos análisis que pretenden ser para nosotros la identidad argentina; pero esta especie de bosquejo no representa a todos, siempre y cuando se tenga una visión objetiva, y que además cae en una especie de reducción y engloba objetos icónicos y personajes casi trillados, en su mayoría masculinos.
En este trabajo trataremos de interpretar la identidad argentina a partir del análisis de la figura femenina y del peso que tuvo en la historia de nuestro país, tomando como ejemplo el monumento a la “mujer originaria” y haciendo puesta en común acerca del avance en el pensar argentino y de su forma de interpretar y aceptar los orígenes, en el pasado y en el presente.

Esta identidad nacional se consolidó, en primeras instancias, por una formación cultural derivada de la expansión europeo-occidental. Más adelante, la "criollización" de los componentes según diversos grados y estratificaciones, dio lugar a otras generaciones poblacionales que percibían de forma nacionalista y casi católica a esta idea de identidad.
Entre revoluciones y deseos pujantes de independencia económica mas que política, desde la revolución de mayo que se destacan en el ojo de nuestra historia posiciones antagónicas: aquellos que priorizaban y defendían un ideal y un modelo económico y político de país mirando a Europa y a las grandes potencias, que tenían la idea que “los argentinos” étnicamente descienden de los inmigrantes que llegaron en los barcos, y se diferencian de aquellos que luchaban por una mayor autonomía y soberanía nacional pensando en el bienestar del pueblo, aceptando la diversidad y pluralidad. En nuestra historia siempre se repitieron estos patrones, los primeros históricamente fueron los unitarios en un principio y después la llamada "oligarquía argentina", que protegía solo sus intereses económicos e influencias sociales y los otros son los que quisieron darle al pueblo mayores beneficios y autonomía, pensando la comunidad como una idea de soberanía y solidaridad, los cuales tuvieron varias definiciones, desde federales en el inicio de la nación hasta “populistas” luego. Estas divisiones políticas no se resumen al estilo europeo en derecha-izquierda ya que en cada grupo se han presentado varios matices que los han unido en ciertos aspectos y diferenciado en otros, pero básicamente queremos figurar el conflicto que se presento entre conjuntos sociales-económicos desde el inicio de la republica encasillándolos de esta manera.
A simple vista, la oligarquía llevó las riendas del país durante mucho tiempo y solo unos pocos se atrevieron a representar los intereses nacionales y soberanos. Quizás es allí donde encontramos un rasgo de nuestra identidad, en este semblante de lucha de esos pocos por el pueblo como así también por las minorías.
Esta pequeña valoración a las formaciones de ideologías y de grupos de nuestro país sirve de punto de anclaje para hablar de un personaje que cumple con todos estos requisitos y que se convirtió en toda una figura icónica y simbólica de nuestro país, en especial para el sector femenino y sus luchas sociales. Sin dudas un ejemplo a seguir en todo el mundo por su coraje, estamos hablando de Eva Duarte de Perón.
A partir del gobierno de Juan domingo Perón esta lucha entre oligarquía y sectores populistas se hizo notable. Las pujanzas comenzaron en la presidencia de Alem y la llegada del Radicalismo, en el que se quería dar más privilegios a las clases media y baja del país, pero durante el peronismo la situación se asentó.
Sin desmerecer las decisiones y la forma de gobernar de Perón, muchos estamos de acuerdo en afirmar en que la cabeza del gobierno, la que llevaba justicia y rectitud como así también solidaridad y bondad a las personas, era Evita. En referencia a esto Eva Duarte pronunció una sabia frase que se encuentra en “La Razón De Mi Vida” que engloba esta situación: “si los cuerdos habían gobernado por tanto tiempo y estábamos tan mal, sería bueno darles una oportunidad a los idealistas como yo para variar la historia”.
Eva no ocupo en ningún momento un cargo público, sino que su obra la realizo desde su fundación, la “Fundación Eva Perón”, que entre otras cosas se encargo de: la construcción de hospitales, asilos, escuelas, colonias de vacaciones, el complejo habitacional Ciudad Evita, la Republica de los Niños, otorgo becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promoción de la mujer en diversas facetas. Ella no tuvo una fácil tarea en la realización de su empresa, ya que según lo expuesto antes había intereses que se contrapusieron a sus voluntades, con otra visión del país, la llamada clase alta u oligarquía que no veía con buenos ojos el proceso transformador y trato por todos los medios de obstruir y hasta destruir este desarrollo de que impulsaba socioeconómicamente a la evolución de la clase media y baja.
Explicado así el rol y la importancia de Eva en la historia y por tanto en la identidad argentina pasamos a subrayar lo destacado en este trabajo, su lucha por la valorización de la mujer en la vida social. Se puede decir que ella fue la primera figura femenina con peso real y notable en la política argentina y desde su posición logro el reconocimiento de la igualdad de derechos políticos y civiles entre hombres y mujeres mediante la aprobación de una ley en el Congreso que entre sus puntos el más importante fue el establecimiento del Sufragio Universal que por primera vez en la historia argentina la mujer pudo votar y participar en la elección de gobernantes, además de la igualdad jurídica de los conyugues y la patria potestad compartida. En consecuencia los prejuicios conservadores se hicieron sentir resistiéndose a dicha medida, incluso dentro del peronismo, que evita combatió con presiones constantes al parlamento.
Además fundó el Partido Peronista Femenino, y como producto de su triunfo, que se registro como algo inédito, se eligieron en cargos públicos a 109 mujeres entre senadores, diputados y legisladores.
En resumen los cambios sociales y políticos encabezados por Eva Perón fueron considerados como hechos que trascendieron en la historia, que lograron permanecer en el tiempo y que tuvieron consecuencias en el presente. En este aspecto vemos reflejada la importancia del monumento erigido en su honor en la década pasada y denota la importante influencia que sigue teniendo su figura en la identidad argentina en relación con la dignificación de la mujer y la lucha por el bienestar de las clases menos pudientes en oposición a la ideología que impero en gran parte de la historia del país de las clases altas u oligárquicas.
Anteriormente, después o de forma paralela a los pasos de Eva se encuentran muchas otras mujeres que han luchado por causas honorables. Todos los logros obtenidos a pesar de ser lejanos unos de otros en el tiempo, con mucho esfuerzo, lograron ser significativos para todas las personas, reclamando por mas derechos y lugares en la sociedad.
Desgraciadamente, muy atrás en nuestra historia, la voz de toda una población y especialmente de sus miembros femeninos ha sido brutalmente acallada de la mano de una oligarquía asesina, que siguiendo intereses económicos ha burlado y destruido un rico y valioso legado nacional: las comunidades aborígenes.
Resumidamente podemos destacar el significado que tenía para estas interesantes comunidades, el papel femenino: representaban la fertilidad, el potencial y la sabiduría de poder dar vida, de poder dar a luz a un nuevo ser. Todos estos nuevos seres, formarían un gran grupo al que se les fue quitado el derecho de ser llamados por mucho tiempo, nuestros antepasados, nuestros hermanos y a ellas, el derecho de ser llamadas nuestras madres.
La campaña del desierto encabezada por el general Roca en el año 1878 se encargo de “limpiar” de aborígenes vastos territorios de nuestra Patagonia sin piedad, ni siquiera por los niños y sus mamas.
Hoy, después de mucho esfuerzo y conciencia, reconocemos a los aborígenes como nuestros antepasados, como parte de nuestra identidad destruida, pero que aun continua latente. Como resultado de este proceso, se ha impulsado en la actualidad un proyecto para levantar un monumento de 10 toneladas de bronce llamado La Mujer Originaria, que reemplazara a el monumento del general Roca, responsable máximo del genocidio.
La obra que homenajeará a los pueblos originarios tendrá como imagen alusiva a una nativa en su entorno natural, íntimamente ligada a la Pachamama. La fuerte mención a la vida y al símbolo de fertilidad por sobre la cruel muerte que ha caído sobre miles de nativos representa el concepto central. La resistencia indígena y su renacer en todas las naciones hermanas estarán reflejados en la Wiphala (el símbolo de identificación Nacional y Cultural de los Andes Amazónicos), enarbolada orgullosamente en sus brazos.
Sin dudas para la mujer aborigen y para todos sus hijos, luego de tantos siglos de dolor y de olvido, puede decirse que la batalla ha sido ganada y otro logro más se escribe en la historia.

Por último y como figura femenina acentuada en la historia argentina nombramos a quien se destaco por su tesón y valentía para lograr sus objetivos: Dolores Mora de la Vega, más conocida como Lola Mora. Ella es considerada la primera escultora argentina y su monumento principal Fuente de las Nereidas fue el primero en ser inaugurado en Buenos Aires que su autoría y realización son obra de una mujer. Se la considera a ella toda una transgresora en la sociedad de principios del 1900, por su estilo tan particular que la destacaba en aquel entonces en una sociedad que reprimía las aspiraciones de trascendencia de las mujeres; Como ejemplo de su rebeldía se puede decir que utilizaba pantalones, algo totalmente condenado para lo generalidad de la población de ese entonces.
Lola de origen tucumano, plantea al gobierno porteño de aquel entonces ofrecerle una fuente artística como agradecimiento a la financiación que el estado le había brindado para su formación como escultora en Italia.
Luego de su realización en Italia la escultura fue traída y ensamblada en Buenos Aires. Esta fue concebida como una exaltación a la figura de la mujer teniendo como protagonista a Venus, la diosa del amor. Como primera ubicación se le había asignado el lugar que ocupa la Pirámide de Mayo en la Plaza de Mayo, pero nadie contaba con el detalle que dicho monumento contenía desnudos que ofendieron en gran medida a los moralistas, conservadores y religiosos. Finalmente la fuente fue inaugurada primero lejos del casco urbano central (a la cual curiosamente no asistió ninguna mujer por lo inmoral de la obra) en la plaza Colon, y luego trasladada más lejos a la Costanera Sur. Aquí notamos de vuelta como ciertos sectores sociales quisieron volver a callar la expresión legítima en este caso a través del arte de los ciudadanos, basándose en prejuicios y costumbres arraigadas a una identidad que se buscaba establecer en esa época y mas acá en el tiempo que como vimos se detuvo con la llegada de los radicales en primera medida y luego de manera profunda con el peronismo. Quizás la salvedad que se puede hacer en este caso es que Lola Mora provenía de la clase alta de la sociedad argentina, pero su espíritu de artista la llevo a desafiar con esfuerzo los regímenes establecidos que estaban impuestos por ese entonces; por ejemplo muchos hombres de renombre de aquel entonces cuestionaron el talento que podía llegar a tener ella, ya que por la calidad de la obra, decían que solo la podría haber llegado a realizar solamente un varón, tildando a Lola y por consiguiente a todas la mujeres como sin talento para trabajos que requieren gran habilidad.
Para finalizar el análisis de la obra de Lola Mora se puede decir que fiel a la corriente de esa época europeizante de la arquitectura y cultura argentina, ella había esculpido las figuras de la fuente inspirada en la mitología clásica y tomando elementos de estilo propios de las hermosas fontanas de Roma porque pretendía realzar este carácter que se pretendía de Buenos Aires.

Identidad Argentina

Estamos cerca del segundo centenario de la Revolución de Mayo. ¿Cómo se contaron los años que constituyeron el primero?

—Contar la historia es una forma de operar sobre la identidad na cional. El Centenario fue un momento de rediseño de nuestra identidad. En realidad, hubo un primer momento fuerte en torno a la Generación del 37, que es la primera que se plantea hacer en la cultura el tipo de ruptura que en lo económico y político había concretado la Revolución de Mayo. Como dije, el otro gran momento de redefinición de la identidad nacional parte de fines del siglo XIX y tiene su momento culminante en el Centenario. Está muy ligado al caudal inmigratorio impactante que produjo, en un país con baja población, un cambio incluso en la percepción de las caras, de los idiomas y de los acentos. Hubo que instrumentar ahí un dispositivo estatal y por una vez en la vida argentina el Estado funcionó creando un dispositivo de incorporación cultural. Eso supuso algunos movimientos, como la recuperación de lo español. Entonces, cuando se trata de reinventar un pasado y de marcar la diferencia entre los argentinos con tradición frente a los recién llegados —a los que se quería volver argentinos—, esa recuperación del pasado criollo incluyó una revaloración del pasado hispánico.

¿Ahí se construye nuestro panteón de héroes?

—Se consolida. Nuestro panteón oficial corresponde a la tradición liberal, ya fuera de Echeverría, de Sarmiento o de Mitre. Los dos grandes biografiados de Mitre, que son Belgrano y San Martín, llegan al Centenario ya consagrados como próceres. El Centenario implica su confirmación. Y lo que comienza es la incorporación de Sarmiento. Así se forma la trilogía San Martín, Belgrano, Sarmiento, cuyas fechas de muerte son nuestros feriados.

¿No es significativo que se haya instalado en nuestro panteón a dos personas con una relación problemática con el poder, como lo fueron San Martín y Belgrano?

—Hay un movimiento muy particular, que yo pude rastrear en Mitre y en Sarmiento, porque Sarmiento participa también de la consagración de San Martín. ¿Cómo hacer de la prescindencia política —que es la clave en la que narran a San Martín— una virtud, cuando ellos están haciendo exactamente lo contrario? Más allá de si esa prescindencia política en San Martín es históricamente verdadera o se trata de una construcción narrativa, lo cierto es que San Martín se consagra como el héroe que no se rebaja a la guerra civil. En realidad, lo que hacen tanto Sarmiento como Mitre es señalar períodos: hay uno de consolidación de la independencia, que es el ciclo que abarca San Martín, y en él todo tipo de diferencia interna atenta contra la consolidación de la independencia de España. En ese marco, la prescindencia sanmartiniana es virtuosa. Cuando esa independencia está ya asegurada, se abre un nuevo ciclo, que es el de la consolidación política interna del país. Con lo cual, ellos no solamente no estarían entrando en contradicción con el virtuosismo de San Martín sino que se convierten en sus herederos.

¿Por qué San Martín aparece, en nuestro panteón, en un escalón superior a Belgrano?

—En Mitre se puede rastrear algo sobre esta cuestión. Mitre titula "Historia de Belgrano y de la independencia argentina", y luego "Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana". Hay un salto, como si Belgrano fuera el héroe nacional de cabotaje, y San Martín tiene una dimensión de exportación, de despliegue más allá de las fronteras.

¿La proyección latinoamericana de San Martín nace en la forma en que se narra la historia argentina?

—Sin duda. La idea de que Bolívar y San Martín están a la par, la idea de que —cuando se habla de la Copa Libertadores de América— los libertadores son San Martín y Bolívar, es una perspectiva netamente argentina.

Un tema literariamente apreciado parece ser la reconstrucción de la entrevista de Guayaquil.

—Es un momento donde la historia funciona como si fuese literatura, pero ya no porque uno la ficcionaliza sino porque los hechos ocurrieron con una combinación de enigma y de intriga muy literaria. La resolución argentina en la narración es la superioridad moral de San Martín, que es el modo de equilibrar la evidencia de la superioridad militar, política, histórica, simbólica de Bolívar. La única manera es inventar una ficción de paridad de simetría.

¿Cómo, exactamente?

—Bolívar hace en el norte lo que San Martín hace en el sur, dos flechas simétricas y proporcionales que se tocan en Guayaquil. Y la entrevista, que se resuelve claramente en favor de Bolívar, se compensa con la versión de la superioridad moral: Bolívar, ambicioso, quería la gloria; San Martín, desprendido, le dejó la consagración porque no tenía ambiciones. Esto es una construcción narrativa. San Martín, como corresponde a un héroe, fija y delimita la identidad nacional, pero después va más allá de las fronteras que él mismo marcó. Porque va a Chile, va a Perú y se exilia, y muere en el exilio. Entonces, San Martín tiene la posibilidad de la definición del nosotros, de la identidad nacional, pero también resuelve el tipo de relación con esos otros que están fuera de las fronteras y que no necesariamente son contrarios —pueden ser los hermanos latinoamericanos. Pero hay que resolver esa fraternidad y la relación con lo español, que es, al mismo tiempo, de hostilidad y de pertenencia. Si se quiere rastrear, en las que serían las narraciones de fundación de nuestra identidad nacional, de dónde viene nuestro mito de superioridad, esta figura de San Martín que lleva la libertad, esta generosidad sanmartiniana de legarles la libertad a los hermanos latinoamericanos tiene algo de una fraternidad que presupone que hay un hermano mayor y un hermano menor. San Martín resuelve así la figura paternal del padre de la patria, la relación con la complicada maternidad de la madre patria España, y también el sistema de fraternidad con un toquecito de aire de superioridad de los argentinos, que todavía suponemos estar un cachitín por encima del resto de los países latinoamericanos.

Esta visión de San Martín es la que domina. Se hizo natural.

—En realidad, se trata de operaciones culturales de los intelectuales que apuntaron a definir un tipo de identidad nacional, un tipo de pasado nacional, un tipo de tradición nacional. Parte de su eficacia consiste en que consiguen naturalizarse. O sea, uno asume esa identidad y ese pasado en la medida en que no lo ve como construido, sino como dado, como "natural". Pero lo cierto es que es evidente que hay una intervención y que el lugar de lo hispánico se redefine, como el lugar donde se pone a Rosas, y que los movimientos entre Belgrano y San Martín narrativamente se ajustan. En realidad, se ven todo el tiempo operaciones, ajustes, construcciones.

Pero todos coinciden en reivindicar a San Martín.

—San Martín es un punto intocable. Se puede ir, incluso, a versiones más radicalizadas, a las perspectivas de izquierda, que trazan genealogías diferentes: donde una arma San Martín-Belgrano-Sarmiento, la otra dice San Martín-Rosas, y la tercera liga a San Martín y al Che Guevara. San Martín es una especie de foco de irradiación que prácticamente nadie toca. Sólo una puesta en cuestión del paradigma de argentinidad ya establecido puede llevar a cuestionar a San Martín. San Martín y la argentinidad se han hecho el uno al otro, en gran medida. Por lo tanto, es muy difícil ratificar un paradigma de argentinidad y desalojar a San Martín. Sólo si se revisa qué idea tenemos de lo que es ser argentino, y cómo se hizo, y se somete a discusión, se puede realmente revisar a San Martín.

¿Por qué prevalece la línea San Martín-Belgrano-Sarmiento y no la que lleva a Rosas, o al Che Guevara?

—¿Por qué la tradición liberal es la hegemónica en la Argentina, dice usted? Es la eficacia de una operación cultural: funcionaron esas narraciones en su capacidad de fundar creencias y adhesiones. Pero luego también hay una instrumentación política, que es que esas narraciones funcionan también porque hay una política estatal, donde esta versión se instrumenta, se enseña, se convierte en manual escolar, y se traduce a prácticas, ritos, efemérides. Y eso ya es una política de Estado.

Claudio Martyniuk.

Mate



Mate: esta palabra que proviene del quichua "mati": calabacita, que es el fruto de una planta, y adecuadamente acondicionado (curado) sirve de recipiente para preparar "el mate cebado".
Es una infusión, se puede tomar dulce o amargo. Y su compuesto la yerba mate es la materia prima para la preparación del mate. Se utiliza son las hojas convenientemente secadas, trituradas y estacionadas. Yerbas las hay de varios tipos con distintos grados de estacionamiento y selección, tamaño de triturado, molienda equilibrada, entre otras características.


Según al antropólogo Daniel Vidart, el mate es algo más que una bebida. Es una tradición que vence las costumbres aislacionistas del criollo y empareja las clases sociales... y a través de los tiempos, es el mate quien hizo la rueda de amigos, y no la rueda quien trajo al mate. Y no solo eso, también es un símbolo para todo aquel que se aleja de su país natal  y encuentra en él una remembranza y un enlace con su tierra.

Dulce de Leche



El Dulce de Leche es un alimento que se confecciona con leche, azúcar, esencia de vainilla; y es un habito de alimentación que nos identifica a los argentinos.


Su origen: Cuentan ciertas anécdotas históricas que, en cierta ocasión, por el año 1829, se reunieron en Cañuelas, a 65 kilómetros de Buenos Aires, en la estancia del Caudillo Federal Juan Manuel de Rosas, éste y el Unitario Juan Lavalle.
Éste último, pariente y enemigo político de Rosas, llegó antes a la cita y se recostó en una cama, quedándose dormido, rendido por el cansancio.
La criada, que preparaba al fuego la "lechada" (leche con azúcar) matutina para cebarle mate de leche a su patrón, al ver la actitud del enemigo del "Restaurador", fue a dar aviso a los guardias.
Al llegar Rosas, dejó que Lavalle descansara un buen tiempo más, y cuando éste despertó, pidió el mate de leche, a lo que la criada recién tomó conciencia de que la leche azucarada continuaba hirviendo desde temprano. Y cuando fue a buscarla encontró que se había convertido en una sustancia espesa y marrón oscura.
Al plantear lo sucedido, cuentan que Rosas la probó y le agradó el gusto, por lo que compartió con su enemigo político, lo que más adelante iba a ser el dulce criollo de la industria láctea argentina.

El Asado




Esta página intenta ser un humilde aporte al saber popular sobre el rito del asado, que por nuestras tierras, constituye una de las mayores tradiciones gastronómicas de nuestro pueblo, y a su vez, una excelente excusa para convocar a un encuentro social.

Muchos se preguntarán: "¿Qué dificultad puede haber en un asado?". Algunos creerán que tan solo con prender el carbón y tirar la carne sobre los hierros calientes, se consigue una buena parrillada. Pero permítannos disentir. No es tan fácil. Al asado hay que "darle el punto justo", hay que "tener mano". Es algo así como "el duende", "la magia", "el arte", "el sentimiento"… Es el esmerarse al máximo, para agasajar a un amigo. Son las "gotitas de esencia", que se atribuyen a quien hace gala de su maestría en cualquier arte u oficio.

Estamos hablando del sellado de las carnes, el primer golpe fuerte de calor para que forme esa costra que impida la salida de jugos; del alejamiento de las brasas, para evitar la rápida abrasión y conseguir un asado lento; del cuidado de la llama, para que no atente contra la superficie; del breve reposo de la carne tras la cocción, para que desarrolle al máximo su gusto.

Características geográficas

El área de Argentina es de unos 2 766 889 kilómetros cuadrados, lo que hace que este país ocupe el segundo lugar en Sur América, después de Brasil.

Argentina comprende un diverso territorio de montañas, tierras altas y mesetas. En todo su borde oeste se encuentran los Andes: el mayor sistema montañoso del continente suramericano. La Patagonia de los Andes forma una banda natural que marca la frontera entre Argentina y Chile, donde las elevaciones exceden a los 3600 metros. El Aconcagua es el pico más alto, con unos 6960 metros de altura. Al sur de las Pampas el terreno es muy árido y desolado.
Hacia el este limita con el océano atlántico y ríos, el más importante es el Paraná, que se encuentra en la región norte del país y constituye la frontera entre Argentina y Uruguay. Otros ríos y afluentes importantes son El Paraguay y el Río de la Plata, el Río Colorado, el Río Salado y el Río Negro. El Paraná-Uruguay forman un sistema navegable de alrededor de 3000 kilómetros. La hidrografía de Argentina también incluye numerosos lagos, particularmente al pie de la Patagonia de los Andes.

Identidad Argentina (2)




Es por decirlo que a este canto doy mi voz
soy nacido en Buenos Aires 
con tango robado a la imaginación
o al recuerdo no lo sé.

Y aunque burles este intento
que pretende demostrarte
Que no soy yo quién olvidará el pasado 
y a esos hombres que han dado a parir identidad.

Sopladores y compinches
soñadores de la fiesta
nocheros de mercaderías que hoy
se abanican por doquier
y aunque falta poco tiempo
para que el siglo se muera
supermercados plastificau no
no me dan fiau; porque de la baja soy.

Me desnudo en este espiche
sin máscaras ni caretas
no curro y me escurro de que algún turro habrá
que me busqué de revés
soy maldito porque siento
como pocos hay que sientan
de mis entripados me voy liberando, cantando
y hoy por hoy historiando, en camino al más allá

Mujer Originaria

Identidad Catolica

Desde la década de 1930, el catolicismo supo presentarse a sí mismo como si se tratara de una identidad política con sus enemigos claramente definidos, sus propias consignas ideológicas e incluso una red muy sólida y articulada de organizaciones que lo sustentaban y le daban cuerpo. Una vez advertida su presencia por los historiadores, no faltaron estudios que llamaron la atención sobre la importancia que habría tenido para esclarecer procesos históricos posteriores, en especial, el ascenso o la caída de Perón. Pero si esa identidad política católica efectivamente existió, es poco en verdad lo que sabemos acerca de ella.

A fin de explicar cómo se habría constituido esta identidad política, consideramos necesario tomar como punto de partida el momento de los debates de la década de 1880. No porque podamos identificar en esta fecha los orígenes de la identidad política católica; en realidad, no puede escribirse una historia lineal y acumulativa de ella. Si elegimos la década de 1880 como punto de partida, pues, no es con el propósito de datar allí el nacimiento de la identidad política católica, sino como simple premisa argumentativa.

Evitaremos recaer en una interpretación por etapas acumulativas que se podría esquematizar de la siguiente manera: la “derrota” de la década de 1880 en primer lugar; luego, el consiguiente deseo de revancha que se habría intensificado hacia la década de 1930 y que habría alcanzado su redención en 1943 primero, y luego en 1947 con la legalización de la enseñanza religiosa; más tarde, el creciente deterioro de la relación entre Perón y la Iglesia Católica, agravado fatalmente en 1954; por último, la “victoria” decisiva alcanzada en 1955, cuando Perón fue derrocado en nombre de un catolicismo que podía confundirse fácilmente con el antiperonismo. Los matices que este relato encuentra entre los historiadores son sin duda variados. Sin embargo, aún con sus diferencias, existe entre ellos una constante: se suele considerar a los católicos como portadores de una identidad política en la que sólo se modifica su carácter de vencedor o
vencido. Así, se pudo contrastar a los católicos perseguidos y derrotados en 1880 con los católicos redimidos en 1934, 1943, 1947 o 1955, a riesgo de dar por sentado que allí donde hay católicos que alcanzan cierta presencia social habría también una identidad política que estaría más o menos cerca de obtener su tan ansiada redención... y en caso de que no la obtuviera, será fácil achacar la causa de ese revés a la existencia de algún enemigo externo que obstaculizaría irremediablemente ese tránsito tan anhelado a la “victoria”.

Pero sólo un militante lee la historia en términos de sucesivas derrotas, revanchas y victorias, dando por sentado el carácter esencialista y ahistórico de la identidad política con la que comulga. El historiador, en cambio, debe poner esos términos entre paréntesis, y preguntarse si acaso hubo católicos perseguidos, derrotados, luego resentidos y por último victoriosos; si acaso efectivamente existió aquella identidad política católica.

Independencia Económica de la Revolución de Mayo

El COMERCIO EN TIEMPOS DEL VIRREINATO

La apertura del puerto de Buenos Aires

El comercio exterior americano fue 1iberado en el XVIII. Se habilitaron numerosos puertos en América y España. Este sistema, llamado libre comercio español, continuaba siendo un monopolio.

El Reglamento de Libre Comercio de 1778 habilitó los puertos de Buenos Aires y Montevideo para el comercio directo con la metrópoli. El comercio exterior adquirió dimensiones insospechadas. La aduana, institución destinada a controla el comercio exterior y recaudar los derechos de exportación e importación, acrecentó considerablemente la recaudación.
Las nuevas concesiones comerciales

En tiempos de guerra el comercio se paralizaba. Para paliar esta situación se recurría al contrabando, especialmente con los portugueses e ingleses. En 1795 se permitió el comercio directo con colonias españolas y extranjeras.

Monopolistas y librecambistas

Los comerciantes porteños se dividieron fundamentalmente en dos grupos: los monopolistas ligados a las casas comerciales de España, que se oponían a las medidas de liberalización y reclamaban la vuelta al comercio libre español, una vez superados los conflictos exteriores y los librecambistas.

La apertura del comercio con los ingleses

Los ingleses mantuvieron a través del contrabando un intenso tráfico comercial con Buenos Aires. Durante las invasiones inglesas se comprobaron las ventajas del librecambio. Liniers les permitió continuar con las actividades comerciales. Cisneros inicialmente restringió el comercio con los ingleses. La medida tuvo como consecuencia la reducción del comercio y de la recaudación aduanera. Los ingleses presentaron en octubre de 1809 un petitorio para que se les permitiera comerciar. El virrey decidió consultar al Cabildo y al Consulado sobre la conveniencia o no de abrir el puerto. Esta actitud dio lugar a un debate. Los comerciantes españoles peninsulares se opusieron al proyecto. Los hacendados y comerciantes locales recurrieron a Mariano Moreno.

Finalmente una junta aconsejó la sanción del Reglamento del libre comercio de 1809, que permitió el comercio con los ingleses, bajo determinadas condiciones, a través de consignatarios españoles. Los ingresos del tesoro aumentaron en 1810, la situación económica dejó de ser crítica

LOS CAMBIOS ECONOMICOS DE LA REVOLUCION

La revolución se propuso producir cambios, que asegurasen la prosperidad de los cambios. El librecambio sostenía el intercambio estricto con bajos aranceles aduaneros. De esa manera se garantizaría la expansión comercial.

El librecambio y sus consecuencias

La primera junta dispuso una rebaja de aranceles y la habilitación de nuevos puertos para favorecer la exportación directa de cueros. El Primer Triunvirato inició el librecambio sin restricciones. Autorizó a los comerciantes extranjeros a operar libremente en las Provincias Unidas. Las consecuencias de la nueva política económica fueron:

Aumento de las exportaciones de cueros, sebo, crin y carnes saladas

Incremento de las importaciones de productos manufacturados

El valor de las importaciones superó a las exportaciones: la balanza comercial se tornó desfavorable.

Salida de metálico hacia el exterior y escasez del mismo por falta de producción local.

Aumento de la recaudación de la Aduana

Los comerciantes ingleses llegaron a dominar el mercado.
Los comerciantes locales se vieron perjudicados por la competencia de los británicos

Se acentuó la orientación económica hacia el Atlántico. Londres y Liverpool se convirtieron en las nuevas metrópolis comerciales. Razones económicas y políticas obligaron a los gobiernos del período a ceder ante la presión de los comerciantes británicos para evitar toda interrupción del comercio poniendo en peligro la recaudación aduanera y la salida de productos del país.

Unitarios

Partido Unitario fue un partido político argentino de tendencia liberal, que sostenía la necesidad de un gobierno centralizado en las Provincias Unidas del Río de la Plata, llamadas Provincias Unidas en Sud América en la Declaración de la Independencia y después llamada República Argentina, en el siglo XIX.


El unitarismo derivaba del centralismo de tiempos de la independencia y del modelo de estado centralizado que ofrecía la Francia napoleónica, y consideraba que la Nación preexistía a las provincias, y que éstas eran simples divisiones internas con escasa autonomía.
Los unitarios fueron un grupo integrado en su mayoría por la elite de Buenos Aires y de las ciudades que eran capitales provinciales: miembros de la clase alta, intelectuales, militares, etc. Esta clase no tenía adhesión entre la población rural, que era más sensible a la prédica política de los caudillos.
El unitarismo se perfiló como partido durante los trabajos del Congreso Constituyente de 1824, en el que representantes de todas las provincias buscaban organizar un gobierno nacional. Los unitarios buscaban que Buenos Aires fuera la cabeza y capital del país por ser esta la ciudad que contaba con mayores recursos económicos y la más preparada para las funciones de gobierno, ya que había heredado el aparato administrativo colonial del antiguo virreinato. Para los unitarios lo más lógico era establecer en Buenos Aires un gobierno nacional que tomara las decisiones, subordinando a los gobiernos provinciales.
En el aspecto económico los unitarios defendían el liberalismo y el libre comercio como instrumentos de progreso. Querían modernizar el sistema financiero mediante la creación de un banco emisor de papel moneda y la contratación de empréstitos para la ejecución de obras, y proponian que el gobierno nacional dispusiera de todos los recursos económicos, incluso quitándolos a las provincias. Por ejemplo, durante la presidencia de Rivadavia fueron abolidas las aduanas interprovinciales y fueron nacionalizados los yacimientos minerales, con lo cual las provincias se vieron privadas de estas fuentes de ingresos.
El ideal de los unitarios era impulsar el progreso del país sin tomar en cuenta las tendencias tradicionalistas y conservadoras, por lo cual encontraron fuerte oposición entre el clero, los caudillos y la mayoría de los gobernadores provinciales, que vieron amenazada su influencia política. Estos sectores impulsaron el descontento de la población rural contra las reformas propuestas por los unitarios, quienes a su vez no supieron captar al llamado "bajo pueblo".